domingo, 12 de julio de 2009

Boca de Lobo

Mosquitos que preparan el banquete haciendo vuelos rasantes, el sonido intenso y regular de un reloj que no cesa, el frío que se convierte en calor y el calor que se convierte en frío, ruidos desconocidos y más ruidos. Existen noches en las que uno no puede dormir y esta es una de esas. El reloj de un programa de TV para pocos, marca las tres y treinta de la madrugada. Yo sigo aquí, consciente, mirando un punto fijo de la pared. El silencio aturde en este momento. Descansar hoy no será una fácil tarea.

Desde mi balcón panóptico, todo lo puedo ver. Me siento como en un palco, similar al del Colón o del Cervantes. Allí abajo está el escenario, ya sin actores. El foco de la calle titila en corto, convirtiendo la secuencia en una especie de clip de los 80´.
Los árboles, gigantes custodios, todo lo observan. Los miro con respeto y admiración pues han sobrellevado varias dictaduras militares y todavía siguen de pie. También se observa el cantero de Ibarra, las veredas minadas por los canes y el 47 que pasa velozmente, llevando solo espíritus a la estación de Chacarita.

Soy yo el único que rompe la homogeneidad de la cuadra. Creo que apagaré las luces para no llamar la atención.
A veces no es tan malo vivir en una boca de lobo siempre y cuando uno tenga desarrollados los ojos de gato para sortear las vicisitudes de la oscuridad.

En este momento mis ojos empieza a flaquear, tal vez por milagro me este yendo hacia el plano inconsciente. ¿Me estaré durmiendo?

Son las cuatro y cuarto y todavía no me puedo vencer. Tengo una taza de tilo en la mano y ya van tres de estas. En este instante percibo sonidos extraños que danzan en el aire al compás de varios tambores. Los nuevos vecinos de al lado están ensayando su ritual con un alto grado de atemporalidad. El clima de la cuadra comienza a volverse de repente mas molesto.muchas ventanas se iluminan y los susurros con un matiz tenso hacen su aparición mientras los golpes de percusión acompañados de cantos en una lengua extraña no merman en intensidad. ¿Acaso estos no saben a lo que se enfrentan? ¿Acaso no comprenden que su destino cambiara en unas pocas horas?. Son tal vez bastante nuevos en la cuadra y todavía no conocen al hombre mejor dicho al semihombre, vestido de mounstro mitológico, que reside a pocos pasos de ellos.



Abel y la teoría de la doble moral

Alguna vez Maquiavelo, en su libro el príncipe, formuló que el fin justifica los medios, además de resaltar la figura del centauro, mitad fuerza mitad inteligencia, cualidades que todo soberano según su propósito no debía dejar de lado. Abel nunca ha leído a Maquievelo ni a Platón ni a Aristóteles sin embargo posee una sabiduría innata que al combinarla con su gran poder de coerción lo convierten en el señor supremo de la cuadra.

El habitad de este personaje salido de una poesía de Homero se encuentra debajo de mi casa. Lo estudio cuando puedo. Trato de observar sus movimientos cuando sale de la cueva para conocer sus debilidades pero Abel siempre se encuentra alerta ante los “Ulises” que tratan de domesticarlo.

La leyenda cuenta que es muy sensible a los ruidos de la calle. Sus oídos captan la caída de un alfiler a cien metros de distancia. Todo lo fastidia, desde un bebe llorando, hasta el encendido de un motor de torino modelo 68. Las fiestas de cumpleaños, navidad y año nuevo han quedado por aquí suspendidas, pues Abel no quiere que la gente se divierta cuando él reposa. Hasta el sol en ocasiones se retrasa en su salida por las mañanas para dejarlo dormir un poco más.

Hace unos meses, según cuentas las malas lenguas (ancianas chusmas del barrio) Abel se vistió de mafioso imitando a Marlon Brando en el padrino uno y echó a los golpes a dos borrachos que festejaban sus desgracias frente a su ventana.

Así es este adicto al silencio y al reposo que solo desea, bajo cualquier medio, convertir a la cuadra en una especie de isla de Robinson pero sin pájaros cantores.



¡Y despertaron al monstro!



Los sonidos de los tambores no tardaron en esfumarse ante el primer suspiro de Abel. Yo sigo aquí arriba en el balcón que dentro de poco se convertirá de palco a trinchera. De ahora en mas todo será igual. Las discusiones llevaran a golpes de puños y roturas de vidrios en el menor de los casos. Cuando se despierta al mounstro las consecuencias son improbables. Ahora dejaré mi bolígrafo y me acostaré, la violencia no es algo que me guste ver. Mañana no muy temprano desayunaré fuerzas e iré a encontrarme con Abel. Quizás el no sea tán malo y solo necesite intercambiar palabras con alguien que pueda comprenderlo en su locura. Si por alguna razón no consigo el éxito de tranquilizarlo y todo sale mal quiero que sepan, al leer este texto, que yo también fui una parte importante de esta temida pero querida boca de lobo.

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